En un raro y mortal ataque contra el poder judicial de Irán, dos destacados jueces de línea dura, Mohammad Mogheiseh y Pero Razinifueron asesinados a tiros en el Palacio de Justicia de Teherán el sábado. Ambos jueces habían sido acusados de participar en la ejecución masiva de disidentes en 1988, un capítulo sombrío en la historia de Irán.
Ningún grupo se atribuyó de inmediato la responsabilidad del ataque, que también dejó herido a un guardaespaldas. Según la agencia de noticias estatal IRNA, el tirador, armado con una pistola, se quitó la vida después de los asesinatos.
Objetivos de alto perfil
Tanto Mogheiseh como Razini sirvieron en la Corte Suprema de Irán, lo que hace que sus muertes sean significativas en medio del actual malestar político y económico en el país. Razini había sobrevivido a un intento de asesinato en 1999 cuando los atacantes arrojaron un explosivo contra su vehículo. Mogheiseh, por otro lado, estaba bajo sanciones estadounidenses desde 2019 por supervisar «innumerables juicios injustos» y atacar a periodistas, usuarios de Internet y miembros de la minoría bahá’í.
Ambos hombres también fueron nombrados por activistas y exiliados como participantes en las llamadas «comisiones de la muerte» de 1988. Estos tribunales, celebrados después de la guerra de Irán con Irak, resultaron en la ejecución de miles de presos políticos y disidentes. Las estimaciones del número de muertos oscilan entre 5.000 y 30.000, según la fuente.
El ataque y la investigación.
El ataque ocurrió en el Palacio de Justicia, que también sirve como sede del poder judicial de Irán y es conocido por su estricta seguridad. Las investigaciones iniciales sugieren que el tirador era un «infiltrado» que había trabajado en el juzgado, según el portavoz del poder judicial Asghar Jahangir.
Mizan, la agencia de noticias del poder judicial, informó que el agresor no tenía ningún caso personal o legal ante la Corte Suprema, por lo que los motivos del ataque no están claros.
Controversia histórica
Las ejecuciones de 1988 siguen siendo un tema delicado y controvertido en Irán. Razini había defendido previamente los tribunales en una entrevista de 2017, describiéndolos como “justos” y afirmando que garantizaban la seguridad del país contra grupos de oposición como el Muyahidines-e-Khalq (MEK). Mogheiseh, sin embargo, nunca abordó públicamente su supuesto papel.
El MEK, que alguna vez estuvo armado y apoyado por Saddam Hussein durante la guerra entre Irán e Irak, se negó a comentar sobre los asesinatos.
Implicaciones más amplias
Los asesinatos se producen en un momento turbulento para Irán, que enfrenta graves desafíos económicos, inestabilidad regional y renovadas tensiones con Estados Unidos mientras Donald Trump se prepara para regresar a la Casa Blanca.
Mientras el poder judicial de Irán investiga el ataque, las muertes de Mogheiseh y Razini resaltan las cicatrices persistentes de las ejecuciones de 1988 y los riesgos que enfrentaron quienes estuvieron relacionados con ellas décadas después.