Los talibanes han emitido un decreto que prohíbe la construcción de ventanas en edificios que den a zonas donde hay mujeres, citando preocupaciones sobre los «actos obscenos» que podrían surgir cuando los hombres observan a las mujeres en espacios domésticos. El último edicto representa una continuación de la erosión sistemática de los derechos de las mujeres por parte del grupo desde que recuperó el poder en Afganistán en 2021.
El decreto, anunciado por el portavoz talibán Zabihullah Mujahid, exige que los nuevos edificios deben evitar ventanas que permitan la visibilidad de patios, cocinas o pozos, espacios tradicionalmente utilizados por las mujeres afganas. Según la directiva, las ventanas existentes que ofrecen estas vistas deben bloquearse para evitar «molestias a los vecinos». Las autoridades municipales locales tienen la tarea de hacer cumplir la orden supervisando las obras de construcción y garantizando su cumplimiento.
«Ver a mujeres trabajando en cocinas, en patios o recogiendo agua de pozos puede dar lugar a actos obscenos», dijo Mujahid en una publicación en X.
Lo último de una serie de prohibiciones
La medida se suma a una lista cada vez mayor de restricciones destinadas a borrar a las mujeres de la vida pública y doméstica bajo la estricta interpretación de la ley islámica por parte de los talibanes. Las mujeres en Afganistán ya tienen prohibido acceder a una educación más allá de la escuela primaria, al empleo público y al acceso a espacios públicos como los parques. Estas políticas, denominadas «apartheid de género» por las Naciones Unidas, han provocado una condena internacional generalizada.
Bajo el gobierno de los talibanes, las voces y apariencias de las mujeres también han sido fuertemente censuradas. Un decreto de principios de este año prohibía a las mujeres recitar el Corán en voz alta en presencia de otras mujeres, afirmando que la voz de una mujer es «awrah», o una parte íntima que debe ocultarse. Se han cerrado salones de belleza, panaderías dirigidas por mujeres y espacios mixtos, mientras que los viajes y el acceso a la salud para las mujeres se han restringido severamente. Las estudiantes, que alguna vez prosperaron en programas de enfermería y partería, ahora no pueden asistir a clases, lo que paraliza aún más sus oportunidades profesionales.
La implacable imposición de leyes morales por parte de los talibanes refleja su gobierno durante la década de 1990, un período marcado por una severa represión de los derechos de las mujeres. Medidas recientes, como exigir tutores masculinos para los viajes de las mujeres y exigir que las mujeres se cubran todo el cuerpo en público, han subrayado el compromiso del régimen con estas políticas draconianas.
La respuesta global ha sido abrumadoramente crítica, con organizaciones de derechos humanos y organismos internacionales acusando a los talibanes de reducir a las mujeres a «sombras sin rostro y sin voz». Representantes de la ONU han advertido que estas medidas socavan no sólo la igualdad de género sino también sectores esenciales como la atención médica, donde las mujeres anteriormente desempeñaban un papel crucial.