Estados Unidos ha anunciado formalmente su retirada de la Organización Mundial de la Salud (OMS), citando el manejo por parte de la organización de la pandemia de COVID-19, las influencias políticas percibidas y las disparidades financieras entre los países miembros.
La decisión, descrita en una orden ejecutiva firmada el 20 de enero de 2025, marca un cambio de política significativo, revocando la decisión de la administración anterior de reincorporarse al organismo de salud mundial. Según la orden ejecutiva, la retirada está motivada por la falta de adopción de reformas críticas por parte de la OMS, el mal manejo de las crisis sanitarias mundiales y la dependencia de una financiación proporcionada desproporcionadamente por Estados Unidos.

«La OMS ha demostrado una incapacidad para actuar independientemente de la influencia política de sus estados miembros», afirma la orden, destacando las disparidades en las contribuciones financieras. Por ejemplo, a pesar de tener una población de 1.400 millones, China aporta casi un 90% menos a la OMS que Estados Unidos.

Las disposiciones clave de la orden ejecutiva incluyen:

  • Detener las contribuciones de Estados Unidos: Estados Unidos dejará de financiar y apoyar en el futuro a la OMS y reasignará estos recursos a iniciativas de salud nacionales e internacionales «creíbles y transparentes».
  • Reasignación de personal: el personal estadounidense que actualmente participa en actividades de la OMS será retirado o reasignado.
  • Liderazgo en respuesta a la pandemia: Se establecerá un nuevo marco liderado por Estados Unidos para la salud pública y la bioseguridad bajo el Consejo de Seguridad Nacional.
  • Revisión de la Estrategia de Salud Global: La Estrategia de Seguridad de la Salud Global de EE. UU. para 2024 será reemplazada por una política revisada.

La orden también instruye al Secretario de Estado a notificar a las Naciones Unidas y a la OMS el retiro y la suspensión de la participación en las negociaciones relacionadas con el Acuerdo sobre Pandemia de la OMS y las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional.
Esta medida sigue a años de tensión entre Estados Unidos y la OMS, y los críticos argumentan que la organización manejó mal las alertas tempranas sobre el COVID-19, no responsabilizó a los países miembros y permitió que las presiones políticas socavaran su credibilidad.
La retirada ha provocado un debate entre expertos en salud y responsables políticos. Los partidarios argumentan que la decisión reclama la soberanía de Estados Unidos sobre las iniciativas de salud global y aborda las desigualdades financieras. Los opositores advierten que podría socavar los esfuerzos globales para combatir las pandemias y debilitar la influencia de Estados Unidos en gobernanza sanitaria internacional.
Se espera que el proceso de retirada entre en vigor de acuerdo con los protocolos internacionales, y la administración enfatice su compromiso de salvaguardar la salud mundial a través de asociaciones alternativas.



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