Mientras circulan rumores de que el Primer Ministro Justin Trudeau contempla la posibilidad de dimitir en medio de presiones políticas y un apoyo público cada vez menor, sus políticas de inmigración están atrayendo un mayor escrutinio. Entre ellos, el endurecimiento de las vías para que los trabajadores temporales obtengan la residencia permanente ha provocado una preocupación generalizada, particularmente por su potencial para paralizar el sistema de salud de Canadá.
El gobierno de Trudeau ha hecho de la inmigración un área política central, pero las decisiones recientes reflejan un cambio hacia la reducción de las cifras de residencia temporal. Bajo su administración, el objetivo es reducir la proporción de residentes temporales en Canadá del 7% de la población al 5% para 2026. Este cambio se justifica por el aumento de los costos de la vivienda y las tensiones en los servicios públicos como la atención médica. Sin embargo, los críticos argumentan que estas políticas están creando graves desafíos para sectores esenciales que dependen de trabajadores migrantes, incluidos los cuidadores que son vitales para apoyar a la población que envejece en Canadá.
Desde 2019, los programas piloto de proveedores de cuidado infantil a domicilio y trabajadores de apoyo a domicilio de Canadá han permitido a los cuidadores extranjeros trabajar en el país mientras obtienen la residencia permanente. Sin embargo, estos programas expiraron en junio y aún no se han introducido reemplazos. Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá (IRCC) ha citado una acumulación de solicitudes bajo los programas antiguos como la razón del retraso. Si bien el gobierno ha prometido detalles sobre nuevas vías en “los próximos meses”, la prolongada incertidumbre ha dejado a miles de trabajadores en posiciones precarias.
Muchos cuidadores, predominantemente mujeres, enfrentan ahora la perspectiva de perder su estatus legal o verse obligados a abandonar Canadá. Esto llega en un momento en el que la demanda de cuidadores es mayor que nunca, y tanto los sistemas de salud como las familias dependen de sus contribuciones. El envejecimiento de la población de Canadá ha convertido el cuidado en un sector crítico, pero los retrasos y restricciones en las políticas de inmigración están amenazando la estabilidad de esta fuerza laboral.
El impacto de estas políticas se está sintiendo agudamente. Una cuidadora de Filipinas, que trabaja en Canadá desde 2019, descubrió que su permiso de trabajo temporal expiró este año. Con su solicitud de residencia permanente rechazada bajo el esquema anterior, ahora corre el riesgo de ser deportada después de agotar las opciones de visa temporal. Otra cuidadora, recién graduada de un programa de trabajo de apoyo personal, corre igualmente el riesgo de perder su estatus debido a requisitos de inmigración más estrictos.
Estos casos no son aislados. Entre 2019 y 2023, el gobierno recibió más de 37.000 solicitudes en el marco de los programas piloto de cuidadores, pero se aprobaron menos de 2.600. Los retrasos en la tramitación, que promedian entre 31 y 34 meses para estos planes, no han hecho más que agravar la incertidumbre, dejando a muchos trabajadores en un limbo legal y profesional.
Los críticos han argumentado que estas políticas reflejan un desajuste entre los objetivos de inmigración de Canadá y las necesidades de su mercado laboral. Los grupos de defensa advierten que tales demoras y restricciones exacerbarán la escasez de mano de obra en áreas críticas como la atención médica y el cuidado de personas mayores. Sin el apoyo adecuado de los cuidadores, las familias y los servicios de salud pueden enfrentarse a graves perturbaciones, lo que ejercerá más presión sobre un sistema que ya está al límite.
La estrategia de inmigración más amplia de Trudeau, que ha generado tanto elogios como críticas, está ahora en el centro de atención a medida que aumentan las preguntas sobre su futuro político. Si bien su gobierno ha defendido objetivos de inmigración ambiciosos en general, el tratamiento de los trabajadores temporales, particularmente en funciones de cuidado, resalta una creciente desconexión entre los objetivos políticos y las realidades sobre el terreno.
Para muchos cuidadores, los retrasos y los cambios de políticas representan más que simples obstáculos burocráticos: simbolizan una falta de reconocimiento por sus contribuciones. Estos trabajadores, que han ayudado a criar niños, cuidar a los ancianos y apoyar a familias canadienses, ahora se preguntan si el país al que sirven les ofrecerá un futuro seguro.
Mientras Trudeau contempla su legado y su salida política, sus políticas de inmigración corren el riesgo de dejar un impacto profundo, uno que podría moldear el futuro del sistema de salud de Canadá y su capacidad para atender a los más vulnerables. Queda por ver si su gobierno abordará estos desafíos críticos a tiempo, pero lo que está en juego nunca ha sido tan grande.



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