Estados Unidos notó su retirada de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2020 debido al mal manejo por parte de la organización de la pandemia de COVID-19 que surgió de Wuhan, China y otras crisis sanitarias globales, su incapacidad para adoptar reformas necesarias con urgencia y su incapacidad para demostrar independencia de la influencia política inapropiada de los estados miembros de la OMS. Además, la OMS continúa exigiendo pagos injustamente onerosos a Estados Unidos, muy desproporcionados con los pagos evaluados de otros países. China, con una población de 1.400 millones de habitantes, tiene el 300 por ciento de la población de Estados Unidos, pero contribuye con casi el 90 por ciento menos a la OMS.

Los expertos en salud temen que una retirada de Estados Unidos de la agencia disminuiría significativamente los recursos y capacidades de la agencia, dejaría al mundo más vulnerable a las amenazas a la salud y aislaría a Estados Unidos, perjudicando sus propios intereses y dejando al país menos preparado para responder a otra pandemia. El New York Times señaló que una retirada significaría que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos perderían, entre muchas cosas, acceso a datos de salud global que recopila la OMS.

No está claro jurídicamente si Trump puede retirar unilateralmente al país de la OMS, o si la retirada también requiere un acto conjunto con el Congreso.

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