Es viernes por la mañana y te estás instalando en el consultorio de tu nuevo terapeuta. Han pasado dos semanas desde el final de su relación de 10 años, pero cuando ella le pregunta cómo está, usted le dice que está «bien». Por supuesto que sí: ordenó tres libros sobre el duelo, programó esta cita y se comunicó con un diseñador para que el feng shui de su hogar fluyera en la dirección correcta. Estás lidiando con esta ruptura perfectamente y espero que ella se dé cuenta.

Si este escenario resuena, «hacer» puede ser su principal habilidad para afrontar la situación. Cuando los tiempos se ponen difíciles, te esfuerzas por hacer esa lista de tareas pendientes y logras hacer las cosas. Si bien esto puede ser útil y ofrecer una sensación de control, también puede conducir al agotamiento y dificultad para relajarse. Comprender qué impulsa esta tendencia y aprender otras formas de cuidarse puede ayudarle a aprovechar al máximo sus deseos de «tareas pendientes». . . y mejorar su salud y bienestar general.

¿Por qué «hacemos» para ayudarnos a afrontar la situación?

La respuesta corta: hacer nos hace sentir mejor. El movimiento constante puede generar sentimientos de control y eficiencia, y posiblemente incluso menos emoción. Si bien esto puede ser una respuesta aprendida, también tiene sus raíces en la biología. dos de las primarias estrategias de supervivencia Son estados de «lucha» y «huida», estados activados que nos ayudan a defendernos en una crisis. Si bien inicialmente estaban destinados a sobrevivir en la naturaleza, también son lo que impulsa tu plan de varios pasos después de la muerte de un ser querido o tu mudanza a una nueva ciudad cuando la vida te pone una bola curva.

¿Cuáles son las desventajas de este mecanismo de afrontamiento?

«Hacer» es absolutamente algo bueno. Sólo cuando se usa en exceso puede volverse problemático. Debido a que su cuerpo está programado naturalmente para encontrar el equilibrio (un proceso llamado homeostasis), «hacer» constantemente lo desequilibra. Esto puede provocar antojos de cosas que te ralentizan rápidamente, como el alcohol, la comida poco saludable o el uso excesivo de las redes sociales. Desafortunadamente, estos no ofrecen gran parte de la restauración necesaria; más bien, te ayudan a desconectarte. Alternar entre estos dos estados extremos durante demasiado tiempo puede llevar a agotamiento y emociones no procesadas que puede aparecer en momentos inoportunos.

¿Cuáles son algunas otras formas de cuidarse si su estrategia de afrontamiento es hacerlo?

Es cierto que arreglar su sistema puede resultar difícil. Salir de un estado constante de lucha o huida le dice a tu cerebro que ya no estás protegido de cualquier posible peligro, lo que hace que el tiempo de inactividad sea incómodo. La clave es ser amable consigo mismo y encontrar formas de reducir la velocidad y procesar las emociones de manera que parezca menos amenazante.

Dale a tu cerebro espacio para procesar: Cuando lo haces constantemente, tu cerebro tiene poco tiempo para trabajar con tus emociones. Si bien la meditación suele ser demasiado intensa para quienes la practican, las actividades que permiten que el cerebro «flote» pueden ser más accesibles. Elija una tarea que requiera pensar un poco, pero no demasiado: piense en limpiar un armario o pintarse las uñas. Realice al menos parte de esta actividad sin otras distracciones como podcasts, televisión o música. Observe qué pensamientos y sentimientos surgen y anote las cosas que desea volver a visitar, resistiendo la tentación de resolver los problemas. Estar con tus pensamientos puede ser un desafío, así que recuerda que siempre puedes volver a la tarea y redirigirte si es necesario.

Trabaja directamente con tus emociones: A veces la ira, la tristeza y la frustración surgen claramente, pero otras veces puedes notar síntomas como irritabilidad, fatiga o dolores musculares. Reserve tiempo para sentir curiosidad por estas experiencias y avanzar activamente a través de ellas. Por ejemplo, podrías probar un ejercicio de escritura que comience con una pregunta como «¿Por qué me siento frustrado?». O establece una intención para tu próxima clase de boxeo para aprovechar tus emociones a través del movimiento. Incluso pequeñas cantidades de este tipo de procesamiento consciente y concertado pueden liberar emociones que pueden estar estancadas y hacer que te sientas más lúcido.

Aprenda a decir «no»: Encontrar un mayor equilibrio depende de dejar espacio entre las tareas, algo con lo que muchas personas tienen problemas. Implementar una estrategia amable pero clara para decir no puede reducir el agobio y la culpa. Fíjese el objetivo de reducir sus tareas en un 10 por ciento y comience primero con las opciones más fáciles. Por ejemplo, puede ser más fácil decir no a hacer galletas para una venta de pasteles en la escuela que ir a recoger a su madre a una cita médica. Escribe frases para comunicarte de forma eficaz, como «Lamento no poder hacerlo esta semana, pero te agradezco que me lo preguntes». Todo ayuda y reducirá su agobio durante la semana.

Como cualquier estrategia de afrontamiento, ser un hacedor puede tener sus desventajas si se usa en exceso. Pero cuanto más aprendas a cuidar de ti mismo junto con todo ese «hacer», más verás que también puede ser tu superpoder. Pruebe un par de estas técnicas y, con suerte, se sentirá más equilibrado antes de que se dé cuenta.

Lynn Saladino (ella/ella), PsyD, es psicóloga clínica autorizada. Su práctica privada, la Dra. Lynn Psychology, PLLC, ha aportado un enfoque holístico y práctico al bienestar mental de las comunidades de la ciudad de Nueva York y Boston durante casi 15 años. Como editora de psicología de la revista Health y autora de su columna de salud mental, Let’s Talk It Out, ofreció una perspectiva accesible a los problemas de salud mental. El Dr. Saladino tiene la misión de hacer que la salud mental sea sencilla y divertida siempre que sea posible. Lynn es miembro del Consejo del PS.

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